Nuestro sector, al igual que muchos otros dependientes de la climatología, afronta uno de los mayores retos de su historia: superar una incesante sequía.

 

La falta de lluvia junto con temperaturas extremas como las registradas en este mes de mayo, hacen que nuestro olivar se resienta y el sector comience a pensar en otra campaña de recogida de aceituna nefasta.

 

En zonas concretas como nuestra provincia, encontramos que las precipitaciones habitualmente suplían el 70% de las necesidades hídricas de un olivo, siendo el porcentaje restante sustentado por el regadío. El problema es que desde el año 2014 afrontamos temporadas hídricas muy por debajo de la media, y esta situación no para de agravarse.

 

Planteada esta situación tan dura para el olivar, ¿qué podemos hacer los agricultores?.

 

Pues una finca del municipio de Baena (Córdoba) ha comenzada a experimentar con el aprovechamiento máximo de las precipitaciones que llegan hasta ese punto. Todo ello gracias a una ‘tecnología tradicional’ desarrollada por el Departamento de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Granada.

 

La solución es una esponja, aunque no exactamente eso. Se trata de un dispositivo cilíndrico relleno de biochar (un tipo de carbón activado) que se entierra junto a la raíz con una conexión al exterior y acumula hasta cinco veces su peso en agua. El dispositivo, "permite asegurar la infiltración en profundidad del agua de lluvia, de riego o escorrentía, evitando su evaporación y optimizando su aprovechamiento".

 

Aquí os dejamos el vídeo explicativo:

 

https://www.youtube.com/watch?v=SeMsS26D3ls

 

Tan vez esta pueda ser una posible solución para el olivar de nuestra provincia, pero mientras tanto nos seguiremos encomendando a la lluvia, con años hídricos ‘de los de antiguamente’.

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